Supongamos que un trabajador acaba de someterse a una operación
delicada, por ejemplo, un trasplante de hígado. Pese a que su baja
laboral va a ser larga, tiene que acudir —él o alguien en su nombre— a
la consulta del médico cada semana a buscar el parte de confirmación de
su baja. ¿Tiene sentido? Los médicos de familia llevan años denunciando
que no. Calculan que un 40% de su tiempo se va en burocracia, y la
gestión de la incapacidad temporal (IT) por enfermedad supone una parte
nada desdeñable. Un trámite engorroso, tanto para el paciente como para
el médico, que tiene los días contados. El Gobierno ultima un decreto
que eliminará la necesidad de acudir cada siete días a renovar la baja,
según se recoge en un borrador de real decreto al que ha tenido acceso
EL PAÍS.
La nueva norma, que están elaborando conjuntamente el Ministerio de
Empleo y Seguridad Social y el de Sanidad, prevé estandarizar los
tiempos medios en los que se cura cada enfermedad para así poder alargar
el lapso entre visitas al médico hasta un máximo de 35 días. El texto
del borrador, fechado el 21 de enero y que ahora están analizando las
comunidades autónomas y las sociedades científicas, crea cuatro
categorías de bajas en función de la duración estimada del proceso:
menos de cinco días naturales, entre cinco y 30 días, entre 31 y 60 días
y 61 días o más.
El primer grupo correspondería, por ejemplo, a una gripe. Si el
médico cree que el trabajador no estará enfermo más de cinco días,
emitirá un parte de baja y a la vez el de alta. En el caso de las
patologías de recuperación más lenta, las que necesitan un mínimo de dos
meses, el borrador de decreto prevé una revisión médica antes de 14
días desde la baja, con su correspondiente parte de confirmación. A
partir de entonces, el trabajador podrá estar hasta 35 días sin pasar
por la consulta para cumplir con este trámite administrativo.
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